Blog público de apoyo para estudiantes, docentes, profesionales e instituciones relacionados a la enfermería, en el marco del modelo educativo diseñado para esta carrera en la modalidad de Atención Primaria de la Salud, y en pro de la Autonomía Disciplinar Enfermera.
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"DIME Y LO OLVIDO, ENSÉÑAME Y LO RECUERDO, INVOLÚCRAME Y LO APRENDO". (FRANKLIN).
EL HOMBRE DE LOS BELLOS OJOS
Cuando éramos chicos había una extraña casa todas las cortinas estaban siempre bajas
Y nunca oíamos voces adentro y el patio estaba lleno de cañas y nos gustaba jugar en las cañas
a que éramos Tarzán (aunque sin ninguna Jane) y había un estanque de peces grande
lleno de los peces más gordos que hubiéramos visto
y eran mansos venían a la superficie del agua y agarraban pedacitos de pan de nuestras manos.
Nuestros padres nos habían dicho: ¨no se acerquen a esa casa¨ así que, por supuesto,
lo hacíamos.
Nos preguntábamos si alguien vivía ahí. Las semanas pasaban y nunca veíamos a nadie.
Pero un día escuchamos una voz desde la casa
¨¡PUTA DE MIERDA!¨
era la voz de un hombre.
Entonces la puerta de la cocina se abrió de golpe y un hombre salió.
Tenía una botella de whisky en la mano derecha y más o menos 30 años.
Un cigarrillo colgaba de su boca y necesitaba afeitarse.
Su pelo estaba salvajemente revuelto y andaba descalzo en camiseta y pantalones.
Pero sus ojos eran brillantes. Encandilaban con su brillo.
Y nos dijo, ¨hey, caballeritos, espero que estén pasando un buen rato¨.
Entonces se rió y volvió a la casa.
Nosotros nos fuimos de vuelta al patio de mis padres
y pensamos sobre eso.
Nuestros padres, decidimos, nos querían alejar de ahí porque no querían que vieramos a un hombre como ése, un hombre fuerte y natural con bellos ojos.
Nuestros padres estaban avergonzados porque ellos no eran como ese hombre, por eso nos querían alejar de allí.
Pero volvimos a aquella casa
y a las cañas
y a los mansos peces.
Volvimos muchas tardes durante muchas semanas pero nunca vimos ni oímos al hombre de nuevo.
Las cortinas estaban bajas como siempre y todo estaba quieto.
Entonces un día mientras volvíamos de la escuela vimos la casa.
Se había incendiado, no quedaba nada, solo unos cimientos negros chamuscados y retorcidos
y fuimos al estanque
y no había agua
y los peces gordos y naranjas estaban muertos ahí, secándose.
Volvimos al patio de mis padres y hablamos sobre eso.
Y decidimos que nuestros padres habían quemado la casa, y habían matado a los peces
porque todo era tan bello, incluso el bosque de cañas habían quemado.
Habían tenido miedo del hombre de los ojos bellos.
Y nosotros tuvimos miedo entonces de que a lo largo de nuestras vidas cosas como ésa sucedieran, que nadie quisiera que otro sea fuerte y bello, que nunca lo permitirían, y que mucha gente tendría que morir.
Charles Bukowski